
Hay poca información sobre la época que pasó junto a José Pernás, pero lo que sí se sabe es que el encuentro con el concertista Julián Arcas fué determinante para que Torres decidiera dedicarse exclusivamente a la construcción de guitarras. En este encuentro, ocurrido hacia el año 1856, Arcas le expuso los problemas de volumen sonoro que los guitarristas encontraban en las guitarras que se construían en aquellos momentos.
Su llamada primera época como constructor discurre en Sevilla entre los años 1854 y 1869, y en sus etiquetas de este periodo se lee:
" Por D. Antonio de Torres (en otros sin el "de")
Calle Cerrageria, 32 ( en alguna Cerrajeria)
Sevilla nº 32 año: 186......

El oficio de guitarrero no alcanza para mantener a la familia, por lo que en 1870 abandona Sevilla y se instala en Almeria , donde monta un bazar de porcelanas y cristalería. A partir de1880 y hasta 1892 transcurre su segunda época como constructor de guitarras, pero ya sólo construye para sus amigos y no como medio de subsistencia. En las etiquetas de este periodo se lee:
Antonio de Torres
Constructor de Guitarras en Sevilla
vive hoy en Almeria, Calle Real nº 20 Cañada
Guitarra nº 20 año de 18.....
Como podemos observar, él mismo fué consciente y definidor de sus "dos épocas"; otro dato sorprendente es que él nunca firmaba sus etiquetas.
Según la biografía de José Luis Romanillos (libro de obligada lectura para todo el que quiera saber en detalle y ampliar todo lo que aquí se apunta), Torres habría construido unas 320 guitarras a lo largo de su carrera, de las que sólo perduran 66. Antonio de Torres ha influído de manera decisiva en la fabricación de guitarras por varias razones. Alargó el cuerpo de la guitarra al mismo tiempo que mantenía una escotadura bien marcada. También utilizó materiales más ligeros y cajas más finas, de modo que, a pesar de aumentar su tamaño, tales instrumentos no eran más pesados que sus predecesores. También instauró, mediante un proceso empírico, un sistema de medidas y de proporciones para las guitarras basada en un cierta lógica geométrica, que se ha perpetuado hasta nuestros días. Pero su principal aportación consiste en el uso sistemático del sistema de varetaje, que consiste en unas varillas de madera colocadas en el interior del instrumento y cuya función consistía en reforzar la estructura y evitar que el instrumento se pliege, al mismo tiempo que conserva su sonoridad, pues no afectaban a las vibraciones de la tapa armónica.
Utilizó siete varillas: una central y tres a cada lado. Una guitarra construida en 1763 por Francisco Perez, en Cádiz, ya viene equipada con varillas y no parecen el fruto de una restauracion posterior. Más adelante, guitarreros como José Benedit y Juan y José Pagés, de Cádiz, o Francisco Sanguino, de Sevilla, mejoraron este principio de las varillas en abanico, del que, como se ha dicho, fue Torres el que fijó los cánones. En efecto, Torres pensaba, o intuía, que la caja y las varillas eran puntos vitales del instrumento. Si hemos de creer a algunos de sus afortunados oyentes, como Domingo Prat, el instrumento así conformado tenía un sonido excepcional. Torres también fijó finalmente la longitud estándar del diapasón de las guitarras en 650 mm, alargó los trastes y eliminó toda ornamentación inútil.
Sus mosaicos de fileteria alrededor de la boca y al borde de los aros tenían personalidad propia, su dibujo característico en las rosetas era una linea de espigas amarillas sobre un fondo verde. Estos han sido imitados por numerosos constructores; se han llegado a deshacer guitarras suyas con el fin de penetrar en el misterio de su inconfundible sonoridad y timbre. Y también se han falsificado etiquetas suyas, apareciendo en instrumentos que Torres no construyó.

Guitarra Stradivari, de 1700.
Sin duda, Antonio de Torres fue, no sólo el mejor guitarrero de su época, sino que él le dió la forma definitiva a la guitarra, la cual venía cambiando desde las primitivas vihuelas del Renacimiento, pasando por las guitarras del periodo Barroco (como la Stradivari del año 1700 de la foto) hasta que él detuvo esa evolución en una forma, tamaño y caractrísticas que la fijaron definitivamente como modelo insuperable. Sin olvidar ese toque inefable e intuitivo que se necesita poseer para hacer una obra de arte. Se ha dicho que De Torres es a la guitarra lo que Stradivari al violín. Pero los violines de Stradivari (Cremona 1644-1737), a pesar de que llegaron a ser la culminación de una perfección largamente buscada, demostraron poco volumen de sonido para satisfacer la música brillante y poderosa que se empezó a componer a finales del XVIII, por lo que en esa época casi todos ellos fueron pasando por el "quirófano" para ser modificados y proporcionarles una estructura más fuerte con el fin de que sonaran con mayor potencia y brillantez. De modo que la comparación con Stradivari no es, en mi opinión, la correcta; sería más adecuado relacionar a De Torres con Jean Baptiste Vuillaume (Mirecourt 1798 - París 1875), luthier francés cuya vida activa transcurrió cronológicamente paralela a la de Torres, esto es: durante el tercio medio del S. XIX. Fue él quien construyó los primeros violines que no tuvieron que pasar más tarde por el "quirófano" para poder cumplir con su misión. Igual que las guitarras de De Torres, que suenan hoy igual que cuando fueron construídas sin haber tenido que ser modificadas en ningún aspecto de su construcción. (Esta entrada está abierta a futuras ampliaciones y/o modificaciones con información procedente de diferentes fuentes).
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