Shostakovich, Rossini y Schopenhauer
Aspectos musicales, filosóficos y políticos acerca de la conveniencia de sustituir a Rossini por Shostakovich en el pensamiento de Schopenhauer
1. Según Schopenhauer, la vida es sufrimiento. La necesidad da lugar al deseo; cuando éste es satisfecho, deja un hueco que es llenado por otro deseo y con él surge de nuevo el sufrimiento. Si el deseo es permanentemente satisfecho, aparece el aburrimiento, que da lugar igualmente a un sufrimiento en forma de insoportable languidez. De modo que el estado natural de la existencia es el sufrimiento.
2. La música es una objetivación directa de la "voluntad" (Schopenhauer llama así a la energía, fuerza o impulso que subyace en los cimientos de todo ser orgánico e inorgánico; es decir, del mundo entero). También el mundo de las ideas (platónicas) y el mundo de los fenómenos (el mundo que vivimos y compartimos) son también objetivaciones directas de la voluntad.
3. La música que es objetivación de la voluntad de la manera más adecuada es la que no lleva texto. Como ejemplo, Schopenhauer pone a la música de Rossini. Algo desconcertante debido a que este autor compuso exclusivamente óperas y obras con texto, salvo unas pocas obras menores instrumentales. Desconcierto que no es compensado con estas palabras que aparecen en el cap. 39 de El mundo como voluntad y representación, Vol.II: “La música de una ópera … tiene una existencia por sí misma independiente … y es plenamente eficaz aún sin el texto”. Como dicen sus biógrafos, Schopenhauer tocaba la flauta todos los días antes del almuerzo. Tenía las partituras de casi todas las obras de Rossini en transcripción para flauta.
4. Wagner lee las obras de Schopenhauer en 1854 y queda atrapado por su filosofía, sobre todo por lo referente a la música que hay en ella. A raíz de ello cambia algunas partes musicales de la Tetralogía, pero no el texto. El ocaso de los dioses, Tristán e Isolda y Parsifal son compuestas de acuerdo con la ética y metafísica de Schopenhauer.
5. Desde que ocurre lo del punto 4, a la música de Wagner se la considera ligada a la obra de Schopenhauer, como un complemento de ésta. Y puesto que Wagner fue el músico favorito de Hitler (debido, al parecer, al carácter épico de las leyendas nórdicas en las que se inspiró la tetralogía), por simpatía le fue adjudicada a Schopenhauer una afinidad por el nazismo, lo que no se puede sostener con argumentos lógicos, además de los de la diferencia de épocas.
Hay otro importante motivo que ha dado lugar al equívoco de considerar la filosofía de Schopenhauer y la ideología nazi como equivalentes: el hecho de que el filósofo eligió un nombre inadecuado para lo que denomina “voluntad”, el núcleo de su filosofía. Según Magee, uno de sus mejores comentaristas, el término “fuerza” habría sido preferible, y “energía” habría sido aún mejor. Pero el asunto no tiene ya remedio y hay que llamar “voluntad” a esa energía que está en el mundo físico en todas las partículas y en todos los movimientos y que sabemos por la ciencia que de hecho constituye todo lo que existe en el mundo de los fenómenos. El caso es que este supuesto error de Schopenhauer ha hecho que los lectores de su obra interpreten erróneamente su filosofía cuando leen un resumen explicativo de la misma. Incluso, el error de interpretación permanece en algunos casos tras la primera lectura de la obra. El error es, concretamente, considerar que Schopenhauer piensa que el noúmeno es la voluntad “en un sentido cercano al sentido ordinario del término” (el que aparece en los diccionarios: ganas, deseo o intención de hacer algo o empeño en hacer algo, etc). De este error de interpretación tan lamentable surge la idea generalizada de que hay algo semioculto, tal vez incluso alocado, en la voluntad entendida en sentido cotidiano (la de los diccionarios) y de ahí a creer que de alguna forma es el precursor del pensamiento nazi va un corto paso.
6. La música sin texto de Shostakovich es trágica en el sentido de que está condicionada por los acontecimientos políticos vividos con el régimen estalinista. Es, por tanto, el fiel espejo de su vida, y ambas (música y vida) están vinculadas de una manera trascendental (en su significado kantiano) con la “voluntad” (o, si lo preferimos, “energía”). Con su ópera ‘Lady Macbeth de Mzensk’ Shostakovich se reveló (con menos de 30 años) como un operista genial y por el camino de la ópera es por donde se suponía que iba a continuar su carrera de compositor. Pero la feroz crítica aparecida en Pravda en enero de 1936, la persecución a que fue sometido y el silencio operístico a que se vio obligado, fueron determinantes para que su genio para el drama musical fuera trasladado a la sinfonía. Kristoff Meyer (en su libro ‘Shostakovich, su vida, su obra, su época’, Alianza edit. Madrid 1997) escribe que “Desde aquel momento [el de la crítica a la ópera Lady Macbeth de Mzensk], la sinfonía se convirtió en su más importante medio de expresión. Como Gustav Mahler, la entendía como la ‘totalidad del mundo’[…] El compositor, que por su modo de ser se sentía muy atraído por el teatro, trasladó al mundo de la sinfonía los elementos dramáticos, pues las estructuras lógicas y con frecuencia sumamente complejas de sus sinfonías eran simples medios de expresión de contenidos profundamente emocionales y trágicos”.
7. Los escritos de Hegel dieron lugar a dos corrientes filosóficas que se llamarían derecha e izquierda hegelianas, identificadas después como fuentes inspiradoras, respectivamente, del nazismo y el marxismo.
8. Durante la batalla de Stalingrado (mientras Shostakovich hacía de bombero en el tejado del conservatorio y componía la Sinfonía Nº 7) se enfrentaron las dos corrientes hegelianas citadas. En ambos bandos la consigna era similar: “Ni un paso atrás” en los marxistas y “Venceremos porque así debe ser” en los nazis. Para evitar la derrota, en ambas retaguardias había pelotones de fusilamiento que aniquilaban a los desertores. (El de los marxistas estaba dirigido por Kruschev, presidente de la URSS tras la muerte de Stalin en 1953).
9. Schopenhauer, en el capítulo 46 del El mundo como voluntad y representación, vol. II, escribe: “La fuente principal del mal más severo que afecta a los hombres es el hombre mismo: ‘homo homini lupus’. Quien se da buena cuenta de esto, ve el mundo como un infierno que supera el de Dante y en que cada uno ha de ser el diablo para los otros; aunque algunos son más aptos que los otros, sobre todo algunos archidemonios que se presentan en forma de conquistadores, enfrentan a cientos de miles de hombres entre sí y les gritan: '¡Sufrir y morir es vuestro destino: ahora disparaos unos a otros con fusiles y cañones'. Y ellos lo hacen”.
10. Una conclusión. La música de Shostakovich se aviene en mucha mayor medida que la de Rossini a los planteamientos de Schopenhauer. Ya que no pudo conocer la música de Shostakovich, el filósofo podría haber escogido a Beethoven, cuya música conocía y de la que habla así en el mismo lugar que la cita del punto 3: “Si ahora echamos un vistazo a la música meramente instrumental, en una sinfonía de Beethoven se nos muestra una reproducción fiel y completa de la esencia del mundo”.
En resolución, opino que, de haber conocido la vida y la obra de Shostakovich, Schopenhauer no habría dudado en presentarlo como paradigma de la esencia sufriente del mundo, pues observo una concordancia casi perfecta entre el “significado trágico de la vida” (en Schopenhauer) y el “dramatismo musical sin palabras” (en Shostakovich).
1. Según Schopenhauer, la vida es sufrimiento. La necesidad da lugar al deseo; cuando éste es satisfecho, deja un hueco que es llenado por otro deseo y con él surge de nuevo el sufrimiento. Si el deseo es permanentemente satisfecho, aparece el aburrimiento, que da lugar igualmente a un sufrimiento en forma de insoportable languidez. De modo que el estado natural de la existencia es el sufrimiento.
2. La música es una objetivación directa de la "voluntad" (Schopenhauer llama así a la energía, fuerza o impulso que subyace en los cimientos de todo ser orgánico e inorgánico; es decir, del mundo entero). También el mundo de las ideas (platónicas) y el mundo de los fenómenos (el mundo que vivimos y compartimos) son también objetivaciones directas de la voluntad.
3. La música que es objetivación de la voluntad de la manera más adecuada es la que no lleva texto. Como ejemplo, Schopenhauer pone a la música de Rossini. Algo desconcertante debido a que este autor compuso exclusivamente óperas y obras con texto, salvo unas pocas obras menores instrumentales. Desconcierto que no es compensado con estas palabras que aparecen en el cap. 39 de El mundo como voluntad y representación, Vol.II: “La música de una ópera … tiene una existencia por sí misma independiente … y es plenamente eficaz aún sin el texto”. Como dicen sus biógrafos, Schopenhauer tocaba la flauta todos los días antes del almuerzo. Tenía las partituras de casi todas las obras de Rossini en transcripción para flauta.
4. Wagner lee las obras de Schopenhauer en 1854 y queda atrapado por su filosofía, sobre todo por lo referente a la música que hay en ella. A raíz de ello cambia algunas partes musicales de la Tetralogía, pero no el texto. El ocaso de los dioses, Tristán e Isolda y Parsifal son compuestas de acuerdo con la ética y metafísica de Schopenhauer.
5. Desde que ocurre lo del punto 4, a la música de Wagner se la considera ligada a la obra de Schopenhauer, como un complemento de ésta. Y puesto que Wagner fue el músico favorito de Hitler (debido, al parecer, al carácter épico de las leyendas nórdicas en las que se inspiró la tetralogía), por simpatía le fue adjudicada a Schopenhauer una afinidad por el nazismo, lo que no se puede sostener con argumentos lógicos, además de los de la diferencia de épocas.
Hay otro importante motivo que ha dado lugar al equívoco de considerar la filosofía de Schopenhauer y la ideología nazi como equivalentes: el hecho de que el filósofo eligió un nombre inadecuado para lo que denomina “voluntad”, el núcleo de su filosofía. Según Magee, uno de sus mejores comentaristas, el término “fuerza” habría sido preferible, y “energía” habría sido aún mejor. Pero el asunto no tiene ya remedio y hay que llamar “voluntad” a esa energía que está en el mundo físico en todas las partículas y en todos los movimientos y que sabemos por la ciencia que de hecho constituye todo lo que existe en el mundo de los fenómenos. El caso es que este supuesto error de Schopenhauer ha hecho que los lectores de su obra interpreten erróneamente su filosofía cuando leen un resumen explicativo de la misma. Incluso, el error de interpretación permanece en algunos casos tras la primera lectura de la obra. El error es, concretamente, considerar que Schopenhauer piensa que el noúmeno es la voluntad “en un sentido cercano al sentido ordinario del término” (el que aparece en los diccionarios: ganas, deseo o intención de hacer algo o empeño en hacer algo, etc). De este error de interpretación tan lamentable surge la idea generalizada de que hay algo semioculto, tal vez incluso alocado, en la voluntad entendida en sentido cotidiano (la de los diccionarios) y de ahí a creer que de alguna forma es el precursor del pensamiento nazi va un corto paso.
6. La música sin texto de Shostakovich es trágica en el sentido de que está condicionada por los acontecimientos políticos vividos con el régimen estalinista. Es, por tanto, el fiel espejo de su vida, y ambas (música y vida) están vinculadas de una manera trascendental (en su significado kantiano) con la “voluntad” (o, si lo preferimos, “energía”). Con su ópera ‘Lady Macbeth de Mzensk’ Shostakovich se reveló (con menos de 30 años) como un operista genial y por el camino de la ópera es por donde se suponía que iba a continuar su carrera de compositor. Pero la feroz crítica aparecida en Pravda en enero de 1936, la persecución a que fue sometido y el silencio operístico a que se vio obligado, fueron determinantes para que su genio para el drama musical fuera trasladado a la sinfonía. Kristoff Meyer (en su libro ‘Shostakovich, su vida, su obra, su época’, Alianza edit. Madrid 1997) escribe que “Desde aquel momento [el de la crítica a la ópera Lady Macbeth de Mzensk], la sinfonía se convirtió en su más importante medio de expresión. Como Gustav Mahler, la entendía como la ‘totalidad del mundo’[…] El compositor, que por su modo de ser se sentía muy atraído por el teatro, trasladó al mundo de la sinfonía los elementos dramáticos, pues las estructuras lógicas y con frecuencia sumamente complejas de sus sinfonías eran simples medios de expresión de contenidos profundamente emocionales y trágicos”.
7. Los escritos de Hegel dieron lugar a dos corrientes filosóficas que se llamarían derecha e izquierda hegelianas, identificadas después como fuentes inspiradoras, respectivamente, del nazismo y el marxismo.
8. Durante la batalla de Stalingrado (mientras Shostakovich hacía de bombero en el tejado del conservatorio y componía la Sinfonía Nº 7) se enfrentaron las dos corrientes hegelianas citadas. En ambos bandos la consigna era similar: “Ni un paso atrás” en los marxistas y “Venceremos porque así debe ser” en los nazis. Para evitar la derrota, en ambas retaguardias había pelotones de fusilamiento que aniquilaban a los desertores. (El de los marxistas estaba dirigido por Kruschev, presidente de la URSS tras la muerte de Stalin en 1953).
9. Schopenhauer, en el capítulo 46 del El mundo como voluntad y representación, vol. II, escribe: “La fuente principal del mal más severo que afecta a los hombres es el hombre mismo: ‘homo homini lupus’. Quien se da buena cuenta de esto, ve el mundo como un infierno que supera el de Dante y en que cada uno ha de ser el diablo para los otros; aunque algunos son más aptos que los otros, sobre todo algunos archidemonios que se presentan en forma de conquistadores, enfrentan a cientos de miles de hombres entre sí y les gritan: '¡Sufrir y morir es vuestro destino: ahora disparaos unos a otros con fusiles y cañones'. Y ellos lo hacen”.
10. Una conclusión. La música de Shostakovich se aviene en mucha mayor medida que la de Rossini a los planteamientos de Schopenhauer. Ya que no pudo conocer la música de Shostakovich, el filósofo podría haber escogido a Beethoven, cuya música conocía y de la que habla así en el mismo lugar que la cita del punto 3: “Si ahora echamos un vistazo a la música meramente instrumental, en una sinfonía de Beethoven se nos muestra una reproducción fiel y completa de la esencia del mundo”.
En resolución, opino que, de haber conocido la vida y la obra de Shostakovich, Schopenhauer no habría dudado en presentarlo como paradigma de la esencia sufriente del mundo, pues observo una concordancia casi perfecta entre el “significado trágico de la vida” (en Schopenhauer) y el “dramatismo musical sin palabras” (en Shostakovich).
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